jueves, 14 de junio de 2012

Algo huele a podrido en Defensa

Los medios de comunicación señalaban la semana pasada la posibilidad de que España fabrique 250 tanques Leopard para el ejército de Arabia Saudí por valor de 3.000 millones de euros. A muchos les parecerá el negocio del siglo, pero los conocedores de Santa Bárbara-General Dynamics (SBS) dudan, por muchas razones, que este pedido pueda llevarse a cabo.

El programa Leopard 2E se creó para poder tener un único tanque de batalla en vez de los cinco modelos que coexistían en 1995: 150 AMX-30 EM2 y 60 ER1, 164 M-48A5E, 50 M-60 A1 y 244 A3. El ahorro en mantenimiento y racionalización logística, presente y futura, así como la posibilidad de tener una doctrina acorazada unificada, eran dos motivos que por si mismos justificaban sobradamente la gran inversión que representaría la adquisición de 250 tanques Leopard 2E. Los militares españoles que se desplazaron para estudiar el Leopard y cerrar el acuerdo consiguieron que los alemanes traspasaran 108 Leopard 2A4, excedentes de su parque acorazado, a España por un precio simbólico. De todos estos aparatos que se transportaron a España entre noviembre de 1995 y julio de 1996, sólo quedan operativos 54 (el resto están “hibernando” en Zaragoza).

El actual Ministro de Defensa, Pedro Morenés, conoce bien la historia, pues fue él mismo quien presidió el Comité de Dirección del Programa, como Secretario de Estado en el Ministerio de Defensa. El problema que surgió en 1996 fue que no se sabía quien iba a fabricar el tanque en España, pues la empresa nacional Santa Bárbara (SB) era incapaz de abordar con una mínima garantía semejante trasvase de tecnología y know-how.  Y así pasaron dos años más sin que ni el Ministerio de Defensa, ni Industria, ni Gobierno, ni Junta de Andalucía, hicieran nada por modernizar y adecuar las instalaciones y personal de la fábrica de Santa Bárbara en Alcalá de Guadaira para poder acometer la fabricación del Leopard. Como no se quería que los tanques se fabricasen en la propia Krauss Mafei Wegmann alemana, pero tampoco se hacía nada para poder fabricarlo en España, y naturalmente los alemanes se impacientaban al ver que el contrato de venta nunca se firmaba, se decidió que, sí o sí, SB fabricarían el tanque a partir de 1999. Los avisos de los responsables del programa en los que se insistía que SB no podría cumplir los plazos fueron ignorados por el ministro Eduardo Serra. El contrato entre Defensa y SB se firmaba el 31 de diciembre de 1998: 318.000 millones de pesetas (casi 2.000 millones de euros) por 219 carros de combate, cuatro de enseñanza y siete de recuperación.


Los problemas no tardarían en aparecer, y al poco tiempo SB recalculaba el coste de fabricación por unidad, pidiendo 1.000 millones por cada uno, mientras que en Alemania costaba 700 millones. Como en España no existían empresas capaces de fabricar todos los componentes del tanque, el coste se iba a incrementar mucho más, ya que muchos de estos se tendrían que comprar en Alemania y ensamblarlos en España.


El contrato fijaba la fabricación de cuatro tanques mensuales hasta la finalización del programa en 2007. A fecha de junio de 2006 el ET sólo había recibido un total de 48 carros y nueve de recuperación. Hay que señalar que en el año 2000, SB se vendía por cinco millones de euros a la norteamericana General Dynamics, privatizando una empresa pública con una cartera de pedidos por valor de 3.000 millones de euros, y eso sin contar los 500 millones de euros que la SEPI tuvo que poner para cubrir el coste de la privatización (Informe del Tribunal de Cuentas remitido al Congreso de los Diputados y hecho público el 7 de febrero de 2007). Empezaba una batalla de Krauss Mafei para proteger sus diseños y patentes ante la venta del gobierno español de SB a su competencia directa, lo cual retrasaría aun mucho más la fabricación del carro.

SBS no sólo tardó cuatro años más de lo previsto en entregar unos tanques que deberían haber sido finalizados y entregados con fecha límite en el año 2007, sino que además el contrato de fabricación que el Ministerio de Defensa firmó con Alemania no decía nada de licencias y mucho menos de fabricar el modelo para venta a terceros países. Según el contrato, SBS sólo cubría el 60% del proceso de fabricación, el resto (módulos de blindaje, motores, etc.) venían directamente desde Alemania; además SBS no dispone de los planos completos del sistema. ¿Cómo es posible entonces fabricar este tanque en España y vendérselo al reino saudí?

Tal vez la idea sea vender los 108 Leopard originales más una comisión de Krauss Mafei por haber conseguido la venta, pero ¿sabe alguien en Arabia Saudí que los Leopard españoles no tienen aire acondicionado, usan munición israelí y el sistema de mando y control (obsoleto) sólo funciona con voz, pero no con transmisión de datos? Sin embargo, el pedido saudí llega a los 250 tanques, ¿de dónde saldrán el resto? ¿Será posible que el Ministerio de Defensa esté contemplando la opción de vender los Leopard 2E? Si Alemania ya ofrece los Leopard A7 para exportar, ¿para qué iban los saudís a comprar el desfasado modelo español? ¿Es este contrato un favor del monarca saudí al español? ¿A cambio de qué? ¿Cabe en alguna cabeza pensar que los Leopard que en realidad se quieren vender son los 219 2E y no los 108 2A4?



Sea lo que vaya a ser, la verdad es que en España no existe industria capaz de fabricar un tanque moderno; ni Alemania va a consentir que SBS pueda fabricar su Leopard. El gran perdedor sería el Ejército de Tierra, quien no sólo vería disminuir su poder en material acorazado hasta niveles alarmantes, sino que además sigue sin contar con una industria capaz de producir vehículos y suministros de calidad con rapidez de servicio. Y eso que Marruecos, siempre reclamando la soberanía de Ceuta y Melilla, posee nada más y nada menos que 200 T72BA ERA rusos, más 220 M-60A1 y 120 M-60A3 (más otros 200 M-48A5 en hibernación) americanos, así como 105 tanques ligeros SK-105 austriacos.

jueves, 17 de mayo de 2012

La mirada española de la guerra

El pasado noviembre de 2011 se presentó en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid un interesante libro divulgativo sobre la historia del fotoperiodismo de guerra español. Fotoperiodistas de Guerra Españoles (Madrid: Ministerio de Defensa/Turner, 2011) recogen imágenes que sus dos autores, Rafael Moreno Izquierdo y Alfonso Bauluz de la Iglesia, esperan contribuyan a explicar las "razones, causas, efectos y, sobre todo, consecuencias" del conflicto armado.


La presentación contó con dos grandes fotógrafos; el ayer y el presente del mejor fotoperiodismo español: Enrique Meneses (Madrid, 1929) y Mikel Ayestarán (Beasaín, Guipúzcoa, 1975).El primero logró documentar a la guerrilla comunista de Fidel Castro y sus andanzas por Sierra Maestra, siendo entonces cuando logra el prestigio internacional que le permitirá viajar y fotografiar las zonas calientes de Oriente Medio y el Indostán, así como el entierro de JFK o el exilio del Dalai Lama. Incansable, fundó en 1964 la agencia Fotopress para el Grupo Prensa Española, e incluso llegaría a cubrir el asedio de Sarajevo en 1993.


Mikel Ayestarán, por su parte, es uno de los mejores fotógrafos de guerra del plantel español actual. Cansado de la vida de redacción decidió, igual que muchos otros, que su sitio estaba en las sendas que recorren el "Territorio Comanche". Testigo de la caída del régimen egipcio del otrora piloto de caza Hosni Mubarak, convidado de piedra durante las revueltas estudiantiles en Irán, seguidor de las tropas libias rebeldes, ojeador de la misión militar española en Afganistán; es lo que hoy se conoce como "periodista orquesta": pluriempleado, multifuncional, periodista 2.0.

Pero hay más ejemplos y la lista de grandes profesionales es extensa: Alfonso Sánchez Portela, Bartolomé Ros, José María Díaz Casariego, Agustí Centelles, los Hermanos Mayo, José Serrano, Gervasio Sánchez, Emilio Morenatti, José Cendón, Sergio Caro. Y lo que es más importante, todo parece indicar que seguirán habiendo ojos españoles allá donde haya silbido de munición. 


miércoles, 16 de mayo de 2012

El Museo Histórico Militar de Valencia

En el Paseo de la Alameda se encuentra el antiguo cuartel "San Juan de La Ribera", construido en 1898, y que ahora alberga una impresionante colección de armamento ligero y pesado, artillería, vehículos, uniformes, maquetas, cuadros, estandartes; todo ello repartido en 2.500 m2. También destacar el precioso patio de armas, todo ello recubierto de azulejos de cerámica local.

Tal como entramos, nos recibe una pieza del famoso cañón antiaéreo y anti-tanque alemán FlaK 88. En la primera sala tenemos un impresionante T-26 ruso, que aún conserva  marcas de fusilería en su torreta. También podemos contemplar un carro-estufa de desinfección de campaña de 1923 en perfecto estado, el cual calentado a carbón, hacía hervir el agua del depósito y así desparasitar los uniformes.

Hay distintas piezas de artillería de todo tipo y calibre. Destaca, por ejemplo, un obús Schneider 155/13 fabricado en Trubia en 1924, así como innumerables ejemplares de fusiles, ametralladoras ligeras y pesadas, pistolas, granadas y lanzagranadas, munición, etc.

En un pequeño patio capta nuestra atención  un camión-caravana Chevrolet que utilizó el General Franco en sus desplazamientos al frente. Sobrio y camuflado en verde olivo, tiene una mesa y una cama para poder despachar asuntos y descansar, así como una pequeña sala de reuniones.

Es un museo que además guarda en la planta superior colecciones que explican e ilustran acontecimientos bélicos en España durante los últimos dos siglos, desde las Guerras Carlistas hasta la Guerra Civil. No se me ocurre mejor cosa que hacer un sábado de mañana que pasear y disfrutar de sus 20 salas.

martes, 8 de mayo de 2012

Hernán Rodríguez Velasco, Una derrota prevista: El espionaje militar republicano en la Guerra Civil española, 1936-1939 (Editorial Comares: Granada, 2012)


Hace 35 años de la publicación de Espionaje: España 1936-1939, un pequeño y modesto libro de bolsillo de la Editorial Bruguera donde por primera vez se trató de comprender cómo y de qué forma se crearon los servicios de inteligencia nacionales y republicanos. Las dificultades que entonces existían para la investigación de esta temática hizo que su autor Domingo Pastor Petit advirtiese al lector que "establecer la creación, historial y medios, así técnicos como financieros del SIM [Servicio de Inteligencia Militar], ha sido y es uno de los enigmas de mayor consideración de la guerra civil española." 

Enigma que deja de serlo gracias a la reciente publicación de Una derrota prevista: El espionaje militar republicano en la Guerra Civil española (Editorial Comares: Granada, 2012) del historiador Hernán Rodríguez Velasco (Zamora, 1980).

La historia militar de nuestra Guerra Civil sigue siendo la gran olvidada; arrinconada e incapaz de competir frente a la enorme bibliografía existente de temáticas de índole política. Doctorado en Historia por la Universidad de Salamanca y poseedor del prestigioso Máster de Estudios de Guerra del King's College de Londres, Hernán Rodríguez ha logrado transformar su tesis doctoral en un libro de amena y rápida lectura, y que cuya radical novedad no dejará indiferente a todos aquellos interesados en profundizar en la complejidad de la derrota republicana.

En este trabajo se hace justicia a la figura del Coronel Manuel Estrada Manchón. Veterano de la Guerra de Marruecos y diplomado de Estado Mayor, se encontraba destinado como comandante en el Ministerio de Guerra en el verano de 1936. Masón y perteneciente al sindicato de UGT desde 1933 (aunque la guerra le hizo pasarse a los comunistas del PCE), se le designa Jefe de la Sección de Información del Estado Mayor del Ministerio de Guerra y se le ordena organizar la captación y análisis de toda información, que en aquellos momentos era gigantesca en volumen, a la vez que confusa y poco fiable.

El colapso de la autoridad del gobierno de Madrid tuvo también su efecto negativo en los servicios de inteligencia. El gobierno vasco creaba su propio servicio de información que, independientemente del acierto o error de sus valoraciones, sería constantemente cuestionado e ignorado por las fuerzas gubernamentales del Ejército del Norte comandadas por Llano de la Encomienda.

Sin embargo, los éxitos organizativos del Coronel Manuel Estrada al frente de la Segunda Sección de Información, ampliando sus cometidos y responsabidades a tres negociados, información militar general, Servicio Secreto y Contraespionaje, no eran suficientes frente a la "falta de ayuda exterior [soviética en su mayoría] y con unas capacidades propias mermadas (la desproporción armamentística y material con el enemigo era cada vez mayor)". También se crearon los Servicios de Información Especial Periférico (SIEP) y el Especial Estratégico (SIEE), para cubrir las zonas de retaguardia cercanas al frente (80-100 km de profundidad) y las zonas firmemente controladas por el enemiga profunda y sus aliados, respectivamente.

A mediados de 1938, "Estrada se sentía solo y en el último año llegó a estar "deprimido y desmoralizado", [...] ni el Gobierno ni el partido tomaban en serio sus advertencias". Vicente Rojo se oponía a su recomendación de centralizar todas las secciones y servicios de información de cada unidad y del Ejército bajo su mando, tenía miedo a no poder controlarlo. Estrada quería un organismo único e independiente del criterio que cada general aplicaba a las segundas secciones de sus respectivos estados mayores.

La labor del Coronel Estrada fue magnífica y su capacidad para prever los movimientos de los nacionales, así como para contribuir eficazmente con información sobre las zonas donde se desarrollaron las ofensivas sorpresa de los republicanos en Brunete, Belchite, Teruel y Ebro, "resultó útil y eficaz", aunque inútil para que la República ganase la guerra.

Con todo se echa de menos en esta obra alguna mención sobre los éxitos y fracasos del espionaje republicano en la retaguardia y dentro de sus líneas, así como alguna reflexión sobre si existió o no alguna influencia de los servicios de espionaje soviéticos en la estructura y funcionamiento en los de la República. No estaría mal tampoco alguna sección sobre el uso del "engaño" (deception, mock operations) para confundir al enemigo.

Algunas de las conclusiones del autor sobre las razones que explicarían el limitado impacto de las buenas informaciones del Coronel Estrada no están muy elaboradas. La superioridad material de los nacionales, la escasa disciplina de las unidades republicanas, los personalismos de Franco y Rojo, la poca originalidad a la hora de elegir objetivos militares, etc., son argumentos que llevan camino de convertirse en artículos de fe y que en absoluto explican comportamientos tan dispares de hombres que antes del comienzo de la guerra formaban parte de un único ejército y habían sido instruidos y formados de la misma forma, aunque esta es otra historia.

Buen trabajo y muy recomendable su lectura. Esperaremos pacientemente el próximo trabajo de Hernán Rodríguez.

jueves, 3 de mayo de 2012

Lágrimas en la lluvia: La Guerra de la Independencia, Intereconomía TV, 29/04/2012


Muy interesante debate que el programa cultura de Juan Manuel de Prada ofrece sobre la Guerra de la Independencia (1808-1814), la Constitución de Cádiz de 1812 y la pérdida de los territorios americanos. Los historiadores Miguel Ayuso, profesor de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, Emilio de Diego, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de la Complutense de Madrid (UCM), Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá y José Sánchez Arcilla, catedrático de Historia del Derecho en la Facultad de Derecho de la UCM, desenmarañan los mitos y leyendas de la guerra, y relatan los trágicos y heroicos momentos del pueblo español frente a la destrucción y saqueo y revolución política provocadas por la invasión napoleónica.

A través de un debate sosegado y de gran nivel intelectual, el espectador podrá adentrarse en las luces y sombras de esa Cádiz que vio nacer una constitución que rompía con la ley, la tradición y las costumbres imperantes del momento. La explicación del origen característico de los nacionalismos periféricos y español, el choque entre políticas radicales liberales y aquellas más moderadas, la pérdida de las posesiones hispánicas americanas y la imposibilidad de la Hacienda española de hacer frente a un esfuerzo bélico de recuperación, el fracaso de los intereses españoles en la Conferencia de Viena; relatos que van entrelazando un discurso histórico que rechaza la simplicidad y se adentra en la complejidad llena de matices e interrogantes.

Recomiendo a los lectores y amigos de Revista Digital de Historia Militar que vean este debate y disfruten (y se enamoren) de la Historia de España.

lunes, 30 de abril de 2012

Agustín R. Rodríguez, Operaciones de la guerra de 1898: Una revisión crítica (Madrid: Actas Editorial, 1998)

Este trabajo aborda un estudio minucioso y completo, aunque en lenguaje conciso y claro, de las operaciones navales y terrestres de la guerra que enfrentó en 1898 a España con los Estados Unidos. Por primera vez en nuestro país se utilizan extensamente las fuentes documentales norteamericanas, que complementan la extensa documentación inédita de los archivos españoles, especialmente los de la Armada y los del Ministerio de Asuntos Exteriores.

El resultado, aparte de ofrecer una visión imparcial de las campañas realizadas o simplemente proyectadas por ambos bandos, como el proyectado ataque a las costas peninsulares españolas por escuadras enemigas, el proyecto de enviar cruceros auxiliares españoles a atacar el tráfico enemigo o el de la escuadra de Cámara en auxilio de Filipinas, revisa totalmente muchos de los tópicos aceptados sobre la guerra, entre ellos el de la incontrastable superioridad norteamericana, mientras que se analizan muy críticamente las decisiones de muchos de los mandos españoles, valorando la contribución, generalmente olvidada o relegada, de los rebeldes cubanos y filipinos al desgaste español que facilitó la victoria de los EE.UU.

Otra cuestión es que se niega la posibilidad de una resistencia “numantina” del Ejército en Cuba, como propusieron diversos generales, pues al ser una isla dependiente de las importaciones para la alimentación, hecho entonces agravado por la rebelión, la “táctica de la tea” y la reconcentración de la población campesina, no hubiera supuesto sino exactamente el mismo fin de la ciudad celtíbera: la muerte por inanición, a la que se sumaba en el Caribe la tragedia de las enfermedades tropicales. También se analizan y describen muchos combates menores generalmente olvidados, especialmente navales, que muestran que con otros mandos, Cavite y Santiago pudieran haber tenido resultados sensiblemente diferentes.

En los apéndices de la obra se detallan las respectivas fuerzas navales de los dos países enfrentados y los órdenes de batalla en las campañas de Santiago de Cuba, Puerto Rico y Manila. En su vertiente internacional, resalta la muy favorable actitud de la por entonces hegemónica Gran Bretaña hacia Estados Unidos, que posibilitó el ataque de Dewey a Manila desde Hong Kong e impidió iniciativas españolas, para concluir en la crisis de Gibraltar.

Por último se ponen de manifiesto las contradicciones de los agresores: una guerra en beneficio de la libertad de cubanos y filipinos condujo a los primeros a vivir en un virtual protectorado y a los segundos a una nueva guerra por conservar su recién adquirida independencia. También se analizan las posibles causas de la trágica explosión del “Maine” en la línea apuntada por el almirante estadounidense Rickover, de que fue un accidente, manipulado por el gobierno de McKinley para convertirlo en un “casus belli”.

domingo, 29 de abril de 2012

Wayne H Bowen y José E. Álvarez, eds., A Military History of Modern Spain: From the Napoleonic Era to the International War on Terror (Westport, Connecticut and London: Praeger Security International, 2007)

Según Wayne H. Bowen y José E. Álvarez, durante los doscientos años desde 1808, “la historia del ejército español ha sido la historia de España.” En la configuración de la Europa moderna, España ha jugado un papel principal. Desde la invasión napoleónica de 1808, pasando por la Guerra Civil española, antesala de la Segunda Guerra Mundial, y la lucha contra el terrorismo, la historia militar de España ha moldeado e influido fuerzas mayores más allá de sus fronteras.

Tal y como este libro revela, la historia militar de la España moderna es una de lecciones aprendidas, y rápidamente olvidadas. Es la historia de una organización que durante los inicios del siglo diecinueve sirvió como instrumento liberal de reforma y progreso, para convertirse a finales del mismo siglo como vehículo de políticas conservadoras y reaccionarias.
  
Durante sus nueve capítulos, cada cual escrito por un experto del periodo estudiado, A Military History of Modern Spain se centrará en analizar críticamente el pensamiento militar español durante los siglos diecinueve y veinte. Algunos de los temas tratados son: las Guerras Napoleónicas, la pérdida de los territorios de América del Norte, las campañas en Marruecos, incluyendo la rebelión rifeña de 1921-1927, la Guerra Civil y el régimen franquista y el papel del ejército durante la Segunda Guerra Mundial, el proceso de descolonización norteafricana, y la integración de España en la comunidad occidental de defensa. El capítulo final analiza la lucha contra el terrorismo etarra e islámico fundamentalista.
  
Lo resume perfectamente Stanley G. Payne al decir en su prólogo que “en ningún otro país ha sido tan enorme la importancia histórica de lo militar como en el caso de España”. Este libro representa un sucinto pero comprensible análisis de esta singular historia. Es un buen libro para iniciarse en el estudio de la historia moderna europea, así como en los estudios comparativos de historia militar.